Me han lastimado muchas situaciones de mi vida, mi vida y mis situaciones.
Me han lastimado tanto, que ví mis heridas formar costras, a mis dedos formar callos y mis huesos endurecerse para partir la madera que antes magullaba mis tejidos.
Trataron alguna vez de acariciar a alguien teniendo un callo? Uno siente nada y la persona podría hasta terminar raspada, una situación donde nadie gana porque la dureza encuentra a la suavidad e intenta convencerla de que es menos, de que la dureza es lo que sirve y domina, de que sobrevivirá a las hostilidades y aquello que es suave, se hará duro o no se hará. Y me hice duro.
Perdí la suavidad y me hice duro, costumbre que persistió con una suerte de promesa de que ser así iba a traer lo que vendría, que haría algo por mí si me superaba, si dejaba todo lo suave de lado, si demostraba ser estable y erecto como un árbol, pero lo que no te dicen es lo fácil que se quema la madera vieja.
Condenaba al resto por blandos, buscaba acomodarme ideas para decir y darme el rol de señalar si algo era "digno" o no y por años veía a la gente en sus labores mirándoles como si no estuviesen listos para una pelea que estaba por llegar y de la que solo saldrían adelante aquellos acorazados y peligrosos.
Ese es el reflejo del cuerpo, formar una "cascarita" que cubre lo que nos duele e imagino que por un tema de imitar o de aprender, hice lo mismo.
Hice lo mismo hasta que me dí cuenta de que hay golpes que no se sienten en el cuerpo. Bah, miento, se sienten, se sienten un montón en el pecho.
Me llamaron a la madrugada y yo estaba en lo de un hermano que la vida fué tan buena de darme y me dijeron que una amiga ya no estaba más, murió con la cantidad de años que yo había cumplido cuatro años antes.
Deseé con mi corazón que eso fuese una trompada física, que me despierte en el piso herido y empiece inmediatamente el proceso de curación, que quede una coraza y listo pero no, el corazón en cierta forma esquiva ese primer golpe y sentí un vértigo, quería que me lata pero no estaba, fué un hiato, un cerito, un silencio que me daba ganas de sentir un dolor físico que no vendría.
Ese momento es el primero que recuerdo con fuerza, pues tuve pérdidas pero a las que me pudieron atajar, nada como esto. Toda esa dureza para proteger una ausencia del órgano que sentí que sería el dañado, como un búnker vacío me sentía tan duro y pesado como toneladas de metal que ni siquiera pueden ponerse entre el daño y lo vulnerable.
Hace un año me compré un cepillo de ducha, es duro pero sus capilares se doblan, raspan un poquito pero nada mas y lo uso al menos una vez por semana en todos mis callos y durezas, porque me hubiera encantado interrumpir cualquier momento con un toque en la nariz y haber podido registrar cómo se sentía, mas específicamente vivirlo y recordar esa sensación.
Empecé a cuidar, a cuidar de mí y mi capacidad de sentir. Al ver que esto existía, supe que existía en otras personas y hoy no quiero descalificar gente, estoy intentando sentir más y tratar de regar eso en el resto, porque la dureza es una ilusión, pareciera que te protege pero solo te quita, te quita sensaciones que, si aprendés a que te atraviesen en lugar de lucharlas, juegan un papel importante en entender.
Hoy recuerdo el momento y las personas y el corazón está, está incendiado, con toda, pero no estoy hecho de dura madera y no me va a prender fuego, me mantiene caliente y me da crédito de que estas personas preciosas no solo existieron, sino que me conformaron, que me duele mucho que no estén, pero incendia con amor mi alma el que hayan pasado por aquí, lamento las corazas que tuve y no permitieron que me lleguen más profundo aún, pero al mismo tiempo agradezco tanto, tanto al universo el no poderme resistir a ciertas cosas, agradezco tanto ser vulnerable y que me venza, que me recuerde que puedo ser suave y flexible, no quebrarme y al mismo tiempo sentir y si no me deja algo bueno, siempre puedo quitarme lo malo y volver a ser, sin necesidad de dejar afuera tantas sensaciones.
Hoy trato de tener una piel receptiva y abrazo un momentito más a la gente, porque hay algo en el centro de cada quien, que tiene lo mismo que el centro mío, hay un punto donde amo y aprendí a amar mucho antes que a enojarme, estoy tratando de aprender que el amor es lo real y que el odio y el enojo son reacciones que están ahí solo como aserrín para rellenar algo donde no entendemos y especialmente, no amamos.
Todo lo que me quebró, me enseñó que puedo enmendarme y generar para el resto una chance única: La de amar y no lastimar.
Amen, sin tilde <3 p="">3>
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
And baby says?