jueves, 18 de diciembre de 2014

Sobre reprogramación





Me permito ser víctima de las circunstancias. Es un hecho.

Estoy orgulloso, en lo personal, de poder hacer cambios en mí, de cambiar rutas neuronales que llevan siempre a los mismos lugares nocivos para nadie más que mí.

Por un par de horas en el día de hoy sufrí de un humor que rechazo y de un pensamiento que sólo me trae malestar. Es cierto que sufrí contratiempos, pero ninguno diferente al que pueda pasarle a otro humano cualquiera y lo que es peor, si esas cosas tan azarosas fueran para ponerme de mal humor, jamás me preguntaría por qué me llegan.

"No te tomes nada como personal"  Es una vital enseñanza para encontrar la alegría. Hoy dos personas olvidaron pequeños acuerdos que significaban mi aporte de tiempo y me sentí despechado por un rato, creo que fué el disparador de mi mal humor.

"No te quieren, vives olvidado, tu cariño va a la basura" Esos pensamientos se me cruzaban, pero me encontré en un pilar de racionalidad: Ninguno tiene la culpa.

Enojarme? Con quién? Fué fortuna y nada más, o es que yo no olvido cosas? O es que no podría pasarme a mí?
No, el Enojo quiso golpear mi puerta, pero no encontró aceptación. No había con quién enojarme (Y agradezco caer en esto, el Enojo es la emoción que más me consume).

En seguida, como bien nos marca el maestro Yoda, vino la tristeza. Y esa sí que se tomó una tacita de té y estuvo un rato, es cierto, me puso triste no poder ver a dos personas que quiero con mi corazón y alma, más aún si es por olvido de su parte. Pero la tristeza no llevará a nada más que a la lástima propia y eso sencillamente deshace la persona fantástica que uno puede ser. Lo siento, Tristeza. Tengo compromisos y debo servirte tu última taza.

La Frustración estaba en la puerta cuando la Tristeza se fué y tenía algo para decirme: "Es frustrante que lo que buscás no llegue" y no podía decirle algo distinto, sí, es frustrante. Así entró un tiempo y me dejó un mal sentir, por un tiempo.

Llegué a casa y limpié, limpié mi habitación (Que lo adeudaba bastante) saludé a mis plantas (Casi les leo, pero se estaba yendo el sol) y empaqué una tele con la cual debemos lidiar entre dos.

Quizá sea cierto que en el día no han hecho algo por mí. Mejor dicho, que otros no han hecho algo por mí.

Las tres visitas me desgastaron y no podía estar cerca de gente, si algo malo les pasaba yo lo recibía aún peor, fué un día rudo, nada más. Cuando dediqué tiempo a mí, encontré que el accionar siempre está posible para poner a alguien mejor, especialmente si ese alguien es uno.

Con eso hecho, me decidí a escribir esto y soltar enojos y frustraciones. Con eso la Tristeza entiende que no tiene mucho más que hacer.

Y sólo queda uno, y yo me quiero sentir bien.

Me prometí cerveza si plasmaba esto bien, creo que iré a por mi mimo del día

Salud!

sábado, 6 de diciembre de 2014

Mañanas y horizontes



Anoche me fuí a dormir convencido de que la noche (en realidad el fin del día, era ese crepúsculo indefinible) no tenía más para ofrecerme, para lo poco que supe de ella, tenía razón.

Tuve sueños que no fueron FEOS (así llamaba a las pesadillas de chico) pero que me dejaron con una sensación de no tener, de estar incompleto, de falta.
Suele costarme despertar y arrancar, sólo esos primeros minutos, hasta que estoy fuera de la cama. Entonces puedo decidir si tirarme a dormir más o directamente empezar mi día, en este caso opté por lo segundo, no creo que pudiera resolver mucho más en mi plano onírico.

El sentimiento de no tener cuanto quería no se fué, la vigilia me recibió con esa sensación constante y me dí cuenta de que no se iría sola, debía hacer el trabajo de estar bien. Limpié un poco mi casa, siempre es un buen principio, y me dí cuenta de que debía tomar acción para con alguien (el sueño se trataba de distancias inexplicadas con alguien) y necesitaba acercarme.

Tomé el libro que actualmente estoy leyendo, es sobre aventuras, y con mi desayuno recibí al sol en mi terraza, leyéndole en voz alta a mis plantas.
El calor de una mañana hace un tiempo me invadió. Esa paz que rara vez encontramos en la ciudad, pero que se encuentra en cada paso cuando estamos a la deriva en la naturaleza, me supo encontrar.

No me decía que todo estaría bien, no me dió una solución inmediata a la distancia pero sí hizo que lo malo ya no invada al presente, que quede en el pasado y ya. No lo hizo mágicamente tampoco, sino que me dió el lugar a mí para que lo haga.

Leyendo sobre las aventuras de Bilbo en voz alta, pude vincular con seres que dependen de mí y que amo hacer crecer.

Con ese regalito de mi persona dí hoy: Amo hacer crecer.

Esa sensación me dió la templanza absoluta, cosas malas nos pueden pasar a todos pero no hay caso en enfocarse en por qué pasaron. Un pensamiento que sí me perturba cuando algo malo me pasa, es si no me pasa porque haya estado errando.

Supe entonces (recordé, mejor dicho) que no soy malo, soy hermosamente bueno. Amo hacer crecer, ahora más que nunca dedico mi tiempo a eso y quizá han habido cosas, situaciones y personas que me han hecho crecer y quizá lo que más duela es que ya no lo hacen, han sido vitales, pero ya no pueden hacerme crecer a mí, no hacia donde yo quiero al menos.

Eso me explicó mucho y me llenó de expectativas. Ví por un momento el camino que vino detrás, que fuí formando y me hizo entender que mismo desde donde estoy, puede trazarse otro el cual veré algún día en el futuro, espero que con una sonrisa aún más grande.

Me acordé de que todo está bien y de que cada día tiene un pequeño secreto y un diminuto paso para llevarnos un poquito más adelante y bien que no sabemos a dónde.

Esa incertidumbre es hermosa, es la promesa de la tierra en el mar, es la cruz en el mapa que eternamente se mueve, es el aroma y fresquito en la cara mientras uno camina de A a B.

Es un poquito de vida y a veces me olvido de que está ahí, creo yo, que es sólo para reencontrarla y darme cuenta de que no importa cuántas veces pase, no deja de sorprenderme.



lunes, 1 de diciembre de 2014

Sobre redención.


En algún momento hace algunos años, me perdí.

Me olvidé porqué pasaban cosas buenas y del valor de esas mismas cosas, esos momentos de verdad.
Me olvidé de lo mucho que hay en la renuncia a deseos construídos por estímulo externo. A veces pasa y hay que comprobar el origen de ese deseo, creo que buscar algo que no quería es lo que me tuvo tan mal tanto tiempo.

Creo que estaba descentrado y no podía entender qué quería, estaba sin confianza en la brújula de mi persona, pensé que la satisfacción vendría cuando empezara a hacer y obrar para alguien que quería ser, no quien soy.

A veces el deseo, la ilusión de importancia, nos lleva a transitar caminos que sólo nos sirven para aprender cuáles no son para nosotros.

Abandoné un poco mi filosofía de vida durante esos años buscando algo más, sólo para darme cuenta de que no volví a sentirme centrado. Es como viajar, sólo para entender cuánto extrañamos casa.

Saberlo ahora, especialmente tras la vivencia de la tormenta, lo hace legítimo, tiene un motivo de ser.

Olvidé que no debía dejarme llevar por las noticias amargas y desentendidos, olvidé que si pienso que el mundo está oscuro, la luz puede empezar por mí. Olvidé que tengo fuerza para provocar el cambio que quiero.

Agradezco hoy y ahora por lo difícil que hubo antes, para mostrarme qué me es genuino hoy.


Gracias <3 br="">