lunes, 26 de mayo de 2014

A little rain must fall (Extracto del 4to cuaderno azul)




"Desde hace un largo trecho vine tratando de procesar energía estancada en el pasado, lo cual se sentía como dolor emocional serio.
Tengo recuerdos de la necesidad de encerrarme agitado y llorar con un dolor físico en el pecho. No siempre soy demostrativo, pero soy transparente para quienes me saben mirar y es que hay veces que siento algunas emociones que impactan muy fuerte, me siento muy vivo y quiero ahondar para vivir más el momento y siento una explosión por dentro y todo se vuelve un remolino con frío, lágrimas y calor, a veces se vuelve un amanecer o una gota que cae en agua estática y otras, es el primer retoño de primavera.

Volviendo al tema de mi energía estancada, con el impacto emocional, plasmarlo y evacuarlo era vital, pero me encontré imposibilitado, no podía llorar.
No me importaba llorar, nunca me importó pero tanto tiempo y siempre por lo mismo era lo que me frustraba, no había salida, era un laberinto y siempre volvía al principio, yo doliendo.

Como puede uno imagianr, semejante carga toma su pesar siendo que no escapa la emoción que rebalsa.

Es curioso cómo funciona la causalidad, hoy mismo a la mañana tuve la chance de conseguir un trabajo que repelo y el corazón no me permitió tomar un camino que no lo incluya, con lo que rechacé la chance y dí a mi cabeza una caminata y un almuerzo para proyectos personales.

La noche llegó y con ella la cena, la cual me cayó pésimo y esto carecía de sentido, era una tarta naturista que ya habían probado, come on.
Me acosté y pensé en mejorar mi condición apelando a pensamientos y recuerdos cálidos, y allí el tema surgió.

Para que algo me tenga tanto tiempo aquejado no pueden ser sólo cosas malas, de allí se dispararon los recuerdos cálidos de mi cuestión de sopor.
Me permití llevar y creí que podría llorar cuando llegue a las partes dolidas, pero me equivoqué.
La tristeza nunca llegó y el velo de lo agrio se corrió y me mostró dejados recuerdos hermosos de un sol y una luna y una sonrisa genuina que mi cuerpo reconoció y reprodujo.

Las lágrimas eran tibias y dulces, son diferentes los llantos de alegría.

El veneno ya no estaba, es cierto que esa tristeza ya no la puedo llorar, creo que ya no está y como después de toda tormenta, ya todo florece, y solo queda llorar alegría.

Gracias, un montón"

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