miércoles, 15 de enero de 2014

A algunos les gusta el frío.




Nunca fué mi preferido, pero siempre necesité algo del frío. A algunos les gusta.

El frío no tiene el don de reconfortarte, de darte una sensación vital externa, pero puede evocar la interna.

La pulsión que se siente ante la hostilidad del frío es intensa, es hermosa. La necesidad de seguir siendo y no ceder ante la negociación de la temperatura del exterior y la interna.
Es similar al estímulo del aura cuando de cariño se trata, el frío que provoca el otro, la distancia que se marca y el escalofrío lo quita a uno del comfort del hogar, donde está el corazón, y lo fuerza a valerse por sí.

Recuerdo escalar en piedras heladas y no sentir mis manos ni mis brazos, el frío se llevaba poco a poco mi vida, pero seguí adelante, porque para ese lado estaba el resto de mi vida.

Algunas personas pueden ser riscos sin refugio, pero eso es lo que hacemos ante el frío, seguimos.
No podés asegurarte de que mañana será un día de calor, de hecho lo mejor sería que la mayoría fuesen días hermosos y veraniegos o primaverales.

Pero hay que aprovechar un día frío. No siempre está la chance externa de forjarse y poder más y más, conquistar ese risco, saber que toda esa falta de calor puede ser sobrevivida, y volver a la candela del hogar, el bienestar propio y así contagiar calor a otros.

Un verano en el corazón.

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