lunes, 29 de julio de 2013

Sobre incertidumbres.



A veces tengo el deseo de no ser tan sensible, de percibir menos, como veo a otros hacerlo.


Entonces me acuerdo de lo que muestro cuando una expresión me parte, y trato de que sea poco y nada, es allí donde me doy cuenta de que mi deseo es sólo pena propia, porque todos tenemos aquello que nos llega.


Es sólo que carezco de defensas, es mi debilidad ese suceder, tengo fibras sensibles muy expuestas y realmente creo que no es una locura lo que digo, hay ojos y sonrisas que me deshacen. Me deshacen.

Qué se supone que haga uno ante eso? Volverse más escéptico? Convertirse en un retorno opaco e insípido?

Claro que no, (mi pregunta era retórica) uno debiera desarrollarse en función a aquello que lo quiebra, hay puñetazos ante los que no hay que sucumbir, y miradas que indican que hay que prestar atención a lo que sucede en el pecho.

En los últimos cinco años encontré pocas cosas genuinas y algunas de ellas se han visto deshechas. Últimamente me confundo mucho y no entiendo tanto, siento mi mente como un ático, siento que tengo luz en el pecho, esperanza y amor, pero mi cabeza es muy distinta.

Casi estoy cerca de dejar de entender cómo se quiere (Ni cerca de dejar de querer, ese es un departamento completamente distinto) y no me deja tranquilo ese pensamiento.

Me siento soltando al viento mi pañuelo predilecto, el único que guarda mi olor. Sólo porque es lo correcto y hay que ver qué pasa.

Una pregunta u oración o narración entre miles dichas durante los años donde se manifestó el lenguaje en este planeta puede cambiar lo más importante en el mundo desde donde lo ve quién narra.

Una vez que uno lo pone así se da cuenta de que no es la gran cosa, no para la humanidad, o para el día de mañana, que terminará y no habrá vuelta atrás.

Mientras nado en agua restante en sal, porque no entiendo qué pasa.

Y el mundo seguirá girando si ya no estoy.

jueves, 4 de julio de 2013

Sobre rotas cadenas




Era de noche y los últimos años me habían cambiado, ya soy un hombre, en ciertos aspectos, pero se hicieron más cortas las sorpresas y aunque me comporto como un niño no suelen haber alegrías de la misma intensidad que recordaba.

El mejor problema que una mente puede tener es que sea inquieta por su inactividad, mas es preferible encontrarle lo que hacer, porque obrar en el futuro es dibujar en el aire, es el presente el lienzo donde los trazos quedan.

Había salido en la noche, no para distraerme, había salido, en un principio, para disfrutar. Tomamos un escape con un amigo que dió luz a muchos de los oscuros días de adultez que trabajé en los últimos años y nos fuimos de aventura.


Aventura.

Es una palabra que no describía mis situaciones desde hace meses, y siempre que lo hizo fué cuando más feliz estuve. En nuestra aventura, la vida era diferente, no estábamos yendo a un barcito a escuchar bandas, estábamos haciendo historia y ni siquiera sabemos por qué.

Algo supieron despertar, algo seguí esa noche, un fantasma, una idea que aún tenía que descubrir de qué constaba, no sabía a dónde podría llevarme, pero hay una certeza y es que no quería ya estar donde venía estando los últimos días.

Ya no había miedo ni suposiciones, había dejado atrás a mi grupo anterior y ahora salía al acecho de la noche.

Es curioso cómo se nota cuando hacés las cosas por un motivo interno, cuándo se nota que (pudiendo terminar bien o mal) fué uno quién decidió llevar a cabo la acción que fuere, esa es la forma de hacer sin nublarse, sin lastimar, sin ser lastimado de forma irremediable, todos los errores suman en ese punto, y sabes que nada puede salir mal, sólo puede salir.

Nuevamente todo favoreció a la hora de transportarme y llegué a los pulsos en la oscuridad. Golpeaban mi pecho como una respuesta del mundo a los latidos de mi corazón, la oscuridad me disfrazaba y estaba libre, solo entre muchísima gente y era, de pronto, quien yo quisiera, pero no tenía muchas más ganas que de sencillamente estar.

Terminé rápido mis tragos y supe que no podía ser el alcohol, una sensación rapidísima vino con la última gota antes de que los deje y la música entró en mí, sacudió telarañas y polvo y me hizo acordar de una puerta en mí que parecía haberse cerrado.

Había perdido percepción de la liberación del baile, de por qué era tan feliz cuando lo hacía, de cómo sentirse, de entender, comprender, no la realidad, pero una forma tuya de vivirla.

Es impresionante realmente cómo pueden llegar ciertas cosas a tu vida, o cómo las encontrás de nuevo. En cuanto llegué pensé que había ido para encontrarla a ella, mas era a mí a quién busqué toda la noche.

Yo era Yo, y no había más motivos de preguntas, quién soy se definiría tras negociar lo que hay adentro con lo que pasa afuera y una cosa causaría la otra, es por eso que sencillamente, era.

Bailando respondí mis dudas e inseguridades sobre qué debiera hacer o cómo debiera avanzar, entendí los motivos que me mueven para llevar a cabo acciones, sin dudas, sólo vivencias.

No podía hacer más que sonreír y un beso se llevó mis dudas, fué el hermoso momento donde el dolor del pasado se transmuta, cambia, fertiliza y un brotecito verde se ve en mi superficie.


Hay un mundo esperando a cada momento allí fuera, no duerme ni descansa, está siempre fuera de tu comfort, para hacerte entender por qué te sentás tan cómodo a sentirte mal. Allí me encontré, no en un bar, boliche o noche.


 "Allí" era en mí.