miércoles, 25 de febrero de 2015
Sobre lo que no tengo.
Una de las gracias en las que caí para salir de males ahora pasados es una diferencia de percepción o de foco.
La falta de alguien que querés a tu lado no es fácil de sobrellevar. Es decir, hay diferentes niveles de deseo y algunos son casi una necesidad, para quienes somos en ese momento, que nos deja tullidos si no está completa.
No siempre podemos tener cuanto queremos, es un hecho. Tenemos una urgencia por aprender a cómo lidiar con lo que no podemos cambiar, nuestra experiencia de vida estaría incompleta de no entender ese aspecto de la existencia, todo eso que no tenemos.
Recuerdo de chico una vez estar sentado en el asiento de atrás en el auto, mi papá manejando, mi mamá al lado y mi hermano al lado mío. Por algún motivo se hablaba de alguien que murió y me dijeron que "murió de viejo".
Era una novedad para mí, es decir, sabía que podías morir recibiendo daño de alguna forma, pero no sabía que "caducábamos".
Ésto me destruyó, caí en pena un tiempo ya que un día la vida se me iría, sabía que un día ya no la tendría y es un hecho.
Fué la primera vez que entendí que había cosas que no podía cambiar y mucho tiempo (para un niño infante) me comió ese pensamiento y cuando entendí que debía acentuar la vida para aprovechar la muerte, todo cambió.
No fué la primera vez que lo sentí, fuí adolescente y también viví la falta de quien me había enamorado. La última vez que lo sentí fué un tiempo largo y fué no tener a quien amaba.
Noté que justificaba mi comportamiento cual niño chiquito por acentuar mi problema, mi falta de algo.
Hice el embrollo que no hice durante años al saber que hay cosas que no puedo tener y lo hice todo para conmigo y mi humor y mi bienestar y la alegría.
En el cese de nuestra alegría empieza todo el crimen que luego expandemos y sólo por llorar al sol en el anochecer.
En una cena hace poco, empecé a pensar en lo que no tengo y me acogió una sonrisa hermosa, un calor precioso.
No tengo facilidades en la vida, no de grandes razgos, no tengo siempre a alguien a quien molestar y aliviarme de problemas, tengo una gran falta de ello y sólo me quedó volverme independiente. En el transcurso de esto, recuerdo desde chico refunfuñar y molestarme porque otros la "tenían más fácil" y hoy, cuando veo lo que construyeron mis faltas estoy atónito con cuanto hay en mi vida.
Pensé en lo que tenemos como una burbuja, lo que está adentro es lo nuestro, lo que importa, nuestro ser, nuestros valores y nuestros cariños.
Una burbuja alcanza esa forma perfecta por todo lo que no tiene adentro. Por la presión que ejerce todo ese aire que no la llena, que incluso la comprime y eventualmente la seca y destruye.
Lo que no tenemos nos moldea quizá más que lo que contenemos, es el vacío y el lleno. Es quienes somos y vinimos a este mundo a ser hermosos, a estar llenos y que nos falten cosas afuera que nos formen, nos den la tonada única que nos define para zapar con el universo.
No siempre entendí cómo abrazar lo que no puedo afectar podía darme tanto, como la falta de afectos en los que estaba fijado, forjó otros que ahora, después de tiempo de que pase el agua, descubre un retoño de hermosos pétalos.
No siempre entendí de cuánto carezco ni cuán importante es que ahora no lo tenga.
No siempre recuerdo la gracia que cae en mí por lo que me rodea, no siempre, pero hoy sí.
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